EUROPA
PRESS
4 diciembre
2016
El 52,7 por ciento de la población española de más de 18 años está
por encima de su peso y más años presenta sobrepeso u obesidad, un problema que
se da en mayor medida en hombres (60,7%) que entre las mujeres (44,7%) aunque
no tenga la misma repercusión según un sexo u otro.
De
hecho, desde el Instituto Médico para el Estudio de la Obesidad (IMEO)
reconocen que, mientras que la obesidad femenina está despiadadamente juzgada y
temida --e incluso en las redes sociales hasta circula el término "gordofobia" con este fin--, la obesidad masculina se
sigue viéndose como "un mal menor" encriptado
en términos exculpatorios, como 'barriguita cervecera' o 'la curva de la felicidad',
que le ayudan a gozar de un mayor grado de aceptación social.
Eufemismos
que se encargan de presentar la obesidad del varón dentro de un contexto social
de lo más normal, porque los hombres beben más (alcohol), frecuentan
restaurantes por motivos de trabajo, comen durante las reuniones, hacen vida
social en bares y, al mismo tiempo, apenas se someten a dieta.
El
problema, según el experto en nutrición y portavoz del IMEO, Rubén Bravo, es
que "quitando importancia a un problema de salud no hace que se resuelva
por sí solo", al tiempo que reconoce que los hombres que visitan sus
consultas en busca de solución a su estado de obesidad es significativamente
menor (21%) que el de mujeres (79%).
Aunque
lo ideal es contar con un nutricionista que supervise nuestra alimentación, los
expertos en nutrición de IMEO nos ofrecen cinco claves para seguir un patrón
nutricional que haga posible evitar la obesidad masculina:
-
Aumentar los alimentos
de origen vegetal y la fibra soluble (frutas, verduras, legumbres, avena) que
ayudan a disminuir el colesterol.
-
Asegurar el aporte de
calcio, vitamina D, vitamina K y magnesio, con el fin de mejorar la salud ósea.
Aumentar el consumo de lácteos no enteros, pescados azules, verduras de hojas
verdes o alimentos enriquecidos.
-
No olvidar los
alimentos proteicos. Mejor la proteína vegetal (legumbres, los cereales, frutos
secos). Las carnes que sean magras, sin grasa.
-
Reducir o moderar el
consumo de alimentos grasos, sobre todo las grasas saturadas (por su incidencia
en el riesgo cardiovascular) y aumentar el consumo de grasas poliinsaturadas,
como los omega 3, que juegan un papel importante en la prevención de
enfermedades cardiovasculares. Los encontramos en principalmente en pescados
azules, aceites vegetales, nueces, semillas, etc.
-
Recordar que el
ejercicio físico reduce la pérdida de músculo, aumenta el gasto calórico y
fortalece los huesos, a la vez que mejora la salud cardiovascular. Su práctica
regular ayuda a evitar enfermedades y potencia el bienestar emocional.